De la democracia...

principal

         
   

Cursos, Seminarios - Información Gral - Investigación - Libros y Artículos - Doctrina Gral - Bibliografía - Jurisprudencia  - MisceláneaCurriculum - Lecciones de Derecho Penal - Buscador

   
         
 

   
    De la democracia y otras cuestiones    
   

Walter Antillón Montealegre

 

   
   

Dedico esta lección a la memoria de don Vicente Sáenz,

que nos mostró el camino.

 

INTRODUCCIÓN

 

Se afirma que vivimos en una democracia porque cada cuatro años votamos ordenadamente por los candidatos a los que decidimos apoyar. Hay un abstencionismo crónico que ha llegado a alcanzar algo màs del treinta por ciento en las elecciones para presidente y diputados. Generalmente el proceso transcurre en calma; y aunque con cierta frecuencia se denuncia fraudes con las papeletas, con las urnas y otras, ninguna elección ha sido anulada por ese motivo.

 

Pero observamos que desde hace muchos años, progresivamente, cada equipo presidencial, cada grupo de diputados trabaja peor que el precedente: la improvisación, la corrupción, la irresponsabilidad, la impunidad de muchos gobernantes campean descaradamente a vista y paciencia de los ciudadanos, sin que éstos puedan actuar contra ellos. En las llamadas democracias ha terminado por predominar la práctica de que los gobernantes, después de hacerse elegir por la mayoría del cuerpo electoral, se dedican a satisfacer los intereses de los poderosos y a medrar con ello. Y entonces pensamos ¿tiene que ser así la democracia? ¿cuál democracia es ésta, en la que el pueblo se dice soberano pero es impotente? Y con cada gobierno que pasa se repite la frustración de los votantes; y en los sectores populares y medios se incuba peligrosamente la idea de que la democracia no sirve; que lo mejor sería que viniera un 'hombre fuerte' a poner remedio a los males que nos afligen.

 

Esa idea de que debe mandar una sola persona o un pequeño grupo parece no necesitar demostración: se presenta como una verdad evidente por sí; y por eso penetra fácilmente en las capas medias y bajas y ha terminado por constituirse en uno de los bastiones del sistema de democracia representativa: el pueblo vota y la élite manda. Gobernar es difícil, se necesita experiencia y una preparación especial y el pueblo no las tiene Pero ¿es esto compatible con una auténtica democracia? Y si no es compatible ¿no sería mejor olvidarse de mejorar la ineficiente democracia y optar de una vez por un régimen autoritario? En otras palabras ¿no sería mejor la 'dictadura en democracia'?

Hace cinco años, con ocasión de la lucha contra el TLC, escribí lo siguiente:

 

“...El llamado TLC (Cafta-DR) fue firmado en Washington por todos los Estados-parte el 5 de agosto de 2004; y recibió aprobación legislativa en El Salvador el 17 de diciembre del mismo año; en Honduras y Guatemala el 3 y el 10 de marzo de 2005, respectivamente; y en Nicaragua el 11 de octubre del mismo año.

 

Es decir, a poco más de un año de su firma, todas las asambleas legislativas de Centroamérica (salvo Costa Rica) habían aprobado el TLC, un convenio internacional de alrededor de dos mil quinientas páginas de arrevesada prosa, que a los expertos les suele tomar largo tiempo y grandísimo esfuerzo descifrar. A los que lo estudiamos y que hemos podido aprender acerca de las dificultades que presenta un anaálisis suficiente de dicho documento, nos parece evidente que, aprobado en tiempos tan cortos, en aquellos países el tratado lo fue sin haber sido comprendido e incluso sin haber sido leído por la mayoría de los diputados , y obviamente sin que los respectivos pueblos tuvieran oportunidad de saber qué estaba pasando. Es decir, se montó una patraña para cubrir las apariencias institucionales y republicanas, sin que nadie (salvo quizás algunos funcionarios fuertemente inclinados a favor de la parte contraria) tuviera una idea siquiera aproximada de las implicaciones del compromiso adquirido.

 

Sobre esto, que no es otra cosa que una feroz bofetada a la dignidad y a los más elementales derechos de los centroamericanos, nada dijeron ni dirán los paladines de la democracia en Costa Rica y en los Estados Unidos. Al contrtario, esos paladines estaban dispuestos a que las cosas ocurrieran igual también aquí. Entonces hay que preguntar ¿Qué significan para estos señores las palabras democracia, constitución y soberanía popular con las que llenan sus discursos?...”

 

Eso que sentíamos en el 2007 es lo que sentimos en el 2012: puede ser ley de la República un texto que los diputados votaron sin leer, obedeciendo órdenes de las cúpulas políticas o de sus amos extranjeros, en daño del pueblo soberano y a sus espaldas ¿es esto democracia?

 

 

En esta lección me propongo examinar este tipo de cosas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A) DEFINICIONES

 

    1. DEMOCRACIA.

Certera y definitivamente Abraham Lincoln definió la democracia como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

 

Según esto, democracia es gobierno, poder de dirección. Sin embargo hay autores que definen la democracia como un método, un conjunto de reglas, un ideal, una cultura, un procedimiento, una forma de vida, etc.

 

Mi posición es lincolniana: la democracia es, estrictamente hablando, un gobierno: el gobierno del Estado que ejerce el pueblo como único titular, y para su provecho. Y ese ejercicio del auténtico poder democrático se rige por algunos principios :

 

El principio de la dignidad humana: intrínseca a cada miembro de la comunidad (derechos fundamentales);

El principio de la solidaridad humana: el sentimiento de solidaridad es presupuesto subjetivo indispensable para la vida de la democracia;

El principio de igualdad política: la paridad esencial entre los miembros de la comunidad, en lo que atañe a su tratamiento, oportunidades y facilidades;

El principio de participación efectiva: la posibilidad REAL, y el correlativo deber de cada uno, de participar en las decisiones relacionadas con la conformación, la vida y los valores de la comunidad. La efectividad de este principio supone el control de la agenda de gobierno por parte de los ciudadanos;

El principio de entendimiento ilustrado: cada miembro del grupo social tiene derecho a ser oportuna y suficientemente informado acerca de los asuntos comunes en cuya decisión le corresponde participar;

El principio fundamental de la mayoría en la toma de las decisiones; principio que encuentra sus límites en otro principio ya enunciado: el de la dignidad de la persona.

 

 

Con la ayuda del conjunto de los principios expuestos elaboramos el

PERFIL DEL DEMÓCRATA:

es consciente de que posee cualidades y características personalísimas, pero que es y vale esencialmente lo mismo que cualquier otra persona

capaz de controlar sus impulsos egoístas y de saber ponerse en el lugar de los demás;

sabe que, al igual que cualquier otro, es titular de derechos inalienables, y tiene el deber y la facultad de hacerlos valer;

también tiene una conciencia clara de la importancia y el valor de pertenecer a una comunidad deliberante soberana, y de participar dentro de ella en la discusión y decisión de los problemas comunes;

para hacer valer sus derechos ciudadanos tiene los medios de acceder críticamente a la información de su interés, y posee las destrezas que requiere su participación.

 

Régimen democrático es el conjunto de las reglas, las instituciones y las prácticas de una comunidad, conformadas a los principios democráticos.

 

Vida democrática, o vida en democracia es la experiencia colectiva del régimen democrático.

 

Conciencia democrática, es la internalizaciòn o subjetivación de los principios democráticos.

 

Cultura democrática, es el dominio de las reglas, motivaciones, hábitos y destrezas que habilitan a las personas para el ejercicio del poder democrático.

1.1. PUEBLO

Vamos a entender con la palabra pueblo al conjunto de las personas ligadas al Estado por el vínculo de la ciudadanía.

1. 2. GOBIERNO

 

En el contexto de la definición de Lincoln, entendemos la palabra gobierno en sentido amplio, como el ejercicio legítimo del poder de dirigir los asuntos del Estado; tal como aparece empleada en el artículo 9 de la Constitución, cuando dice:

 

“El gobierno de la República es popular, representativo, participativo, alternativo y responsable. Lo ejercen EL PUEBLO y tres poderes distintos e independientes entre si: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial...”

De modo que, en ese sentido amplio entendemos que, según la norma transcrita, gobierna el pueblo; y también gobiernan el presidente y sus ministros, los legisladores, los jueces.

 

 

1.3. ESTADO

El Estado es una forma original de organización política con fines generales que surge en Occidente a finales de la Edad Media y llega a constituir, en los Siglos XIX y XX, la organización política por excelencia. Podríamos definirlo, sintéticamente, como la organización y el gobierno soberanos del pueblo, con fines generales, dentro de un territorio.

 

1.4. SOBERANIA

 

Hemos empezado diciendo que la democracia es el gobierno DEL pueblo, es decir, un gobierno cuyo titular es el pueblo y cuyo ámbito de ejercicio es el Estado. Así lo establece, por ejemplo, el artículo 2 de la Constitución de Costa Rica, cuando dice:

 

“La Soberanía reside exclusivamente en la Nación”

 

De donde se sigue que se trata de un gobierno de carácter supremo, que no reconoce la existencia de un poder superior a él dentro del Estado. De no ser así, el gobierno supremo no podría atribuirse al pueblo, sino que tendría que ser adjudicado precisamente a al otro ente cuya superioridad se predica. En suma, esa supremacía de las decisiones del pueblo dentro del Estado se llama, en sentido propio, “soberanía”.

 

 

B) CONCEPTO. EXPERIENCIA HISTÓRICA

 

 

1. DEMOCRACIA REPRESENTATIVA, DIRECTA, PARTICIPATIVA

 

La coexistencia de esas tres denominaciones nos está indicando que la democracia ha sido concebida en tres grados cualitativamente distintos, de los que el grado más alto es la democracia directa, el intermedio es la democracia participativa y el más bajo la democracia representativa.

 

Porque, ateniéndonos siempre a la fórmula de Lincoln, tenemos que la democracia cualitativamente superior será necesariamente 'gobierno POR el pueblo', es decir, el pueblo gobernará directamente; y en la democracia de calidad media gobernará con ayuda de funcionarios y colegios que le están política y jurídicamente subordinados. Estas dos han sido las formas históricas de la democracia directa y la democracia participativa, practicadas en el Mundo antiguo por muchos Estados-ciudades griegos y por la República Romana; y en nuestra época por algunos cantones de la Confederación Suiza.

A partir de la Ilustración se ha venido sosteniendo que la “democracia representativa” (a la que hemos adjudicado la forma democrática cualitativamente inferior) es también una forma de gobierno por el pueblo, en vista de que éste, mediante el sufragio, elige a quienes ejercerán en su nombre y representación la tarea de gobernar. Pero esto es discutible, según veremos.

A) Democracia representativa:

Porque tal como lo advertía Rousseau (Contrato Social; Libro III, Capítulo XV), la llamada democracia representativa pocas veces lograría calificar como auténtica democracia: en la mayoría de los casos no ha sido más que una apariencia bajo la cual han gobernado las oligarquías, usando mecanismos que nos han vendido como democráticos, y aún más: como si constituyeran la única forma de democracia posible. Y fue gracias a esa ideología política, pregonada a los cuatro vientos e incorporada en todas partes a la educación formal, que la exigencia del sistema representativo se generalizó en los círculos de la intelectualidad orgánica del Estado liberal y llegó a convertirse en un lugar común en la cultura popular; al punto de que si en este momento pedimos a cualquiera que nos defina la democracia, muy posiblemente nos va a hablar de elecciones y de representantes.

 

La general aceptación de esa estafa semántica fue, sin duda, un golpe maestro de las oligarquías, que les sigue brindando pingües dividendos políticos. Pero para quienes aprendimos con Rousseau que la voluntad del pueblo sólo podía ser transferida caso por caso, en forma de proposiciones, órdenes o instrucciones singulares dirigidas por la asamblea de los ciudadanos a los órganos encargados de ejecutarla, resulta obvio que la 'democracia representativa', tal como es entendida y practicada modernamente, no es democracia en el sentido estricto del término, aunque pase por serlo en virtud de una convención del lenguaje; porque en sistemas en los que el pueblo vota por una lista de diputados y luego se lo hace desaparecer, resultaría una burda ficción afirmar que las decisiones de esos diputados corresponden real y efectivamente a la voluntad popular.

 

No obstante hay que reconocer que aquella ficción tuvo futuro; y aunque ahora sepamos que no calificaba como democracia, terminó por representar, para bien y para mal, un destacadísimo papel en la realidad política del Planeta. ¿Alguien colaboró en ese montaje? Lo hicieron las burguesías europeas y americanas, ayudadas por el prestigio de lo nuevo que la palabra democracia tenía en los siglos XVIII y XIX; y también porque evocaba la antigua tradición republicana, de modo que se podía echar mano de ella como un plausible sustituto de las desprestigiadas monarquías tradicionales; y porque a los ojos de los filósofos de la época (con excepción de Burke) lucía incomparablemente mejor que dichas monocracias.

 

Y en lo que se refiere a la angustiosa perspectiva latinoamericana que se abre al inicio del Siglo XIX con las peripecias de la Independencia de nuestros Países y se mantiene prácticamente hasta la fecha, la democracia representativa se presentaba a nuestros estadistas como la mejor alternativa posible, en contraste con las sangrientas dictaduras que nos afligieron en el pasado y nos acechan todavía.

 

Además, el sistema representativo se mostró por mucho tiempo como un sistema funcional, que permitía gobernar; pero incluso en el mejor de los casos, cuando el sistema representativo fluye de manera eficiente, llamarlo democracia siempre va a ser una especie de eufemismo. Naturalmente en esto opera la fuerza de las razones prácticas: qué cosas son las que realmente podemos hacer, y no qué cosas querríamos hacer. por considerarlas las mejores. Y entonces tenemos que desde el Siglo XIX se ha venido pensando que lo que verdaderamente podíamos hacer es la democracia representativa, y la seguimos llamando democracia por falta de claridad, por costumbre y por aproximación: porque alude a un sistema en el que la presencia del voto popular suple una especie de legitimación formal.

 

Eso sí, desde su origen la democracia representativa es defendida a capa y espada por la clase política tradicional, esto es, por la oligarquía, porque le permite conservar en sus manos todo el poder; es decir, la defienden precisamente por lo que no tiene de democracia. En el sistema representativo el pueblo queda disperso y desarmado al concluir las elecciones; y el poder permanece nominalmente en las manos de los órganos ejecutivo, legislativo y judicial, a los cuales las constituciones llaman significativamente “supremos poderes”. ¿Supremos, entonces, por encima del pueblo?

 

B) Democracia directa:

Por su parte, la democracia “directa”, también llamada “autogobierno”, como lo muestra su etimología, es el propio pueblo gobernando sin intermediarios. Se trata de aquella forma de gobernar que se realiza tradicionalmente por el pueblo reunido en asamblea en un recinto acondicionado para ello. Al inicio la asamblea nombra un directorio y procede en sesiones ordinarias o extraordinarias a la discusión y votación de los asuntos, siguiendo una agenda a la que previamente cada ciudadano ha tenido acceso. Se trata de una forma clásica de la democracia, practicada en las ciudades-estado de la antigüedad y en ciertas comunidades modernas con una población reducida, pero que se juzgó difícil o imposible de implementar en el Estado de los siglos XIX y XX.

 

La democracia directa tiene como presupuestos necesarios un alto grado de cultura cívica por parte de los ciudadanos; su aseguramiento económico, en caso de ser necesario, mediante una subvención estatal durante las jornadas de sesión de la asamblea; acceso irrestricto a la información acerca del Estado y la sociedad. Punto clave del sistema es el concepto de comunidad ciudadana, desarrollado mediante mecanismos de educación y discusión colectiva. Es cometido esencial la formación de ciudadanos que sean participantes activos en las asambleas.

 

Esta forma de gobernar es rechazada con múltiples argumentos por parte de las elites gobernantes. Así vemos cómo alimentando durante casi dos siglos el mito de la 'imposibilidad técnica' de la democracia directa, en la cada vez más globalizada cultura política de Occidente, las oligarquías pudieron eclipsar esa noción, o lograron descalificarla como no deseable, o como quimérica; y de ese modo esas oligarquías consiguieron que por largo tiempo el relativo espacio conceptual lo ocupara totalmente la noción de democracia representativa, sobrentendida como 'la democracia' a secas; y prestigiada por la conocida frase de Churchill: “la democracia (representativa) es el peor sistema de gobierno, si excluímos a todos los demás”.

 

Porque así como los vampiros de la leyenda no soportan la luz del día, las oligarquías no pueden soportar ni siquiera la idea de la democracia directa; es decir, la idea de lo que es, en rigor, la auténtica democracia: la que les pedirá cuentas; la que revocará los mandatos mal habidos o mal desempeñados; la que los hará tributar en la medida justa; la que permitirá al fin oír la voz de los portadores de las necesidades humanas esenciales; la que otorgará a estas necesidades el rango que merecen.

Una crítica acerca de la posibilidad de la democracia directa hace Luigi Ferrajoli en el volumen II de sus Principia Juris, enteramente dedicado a la “Teoría de la Democracia” (Laterza, Bari, 2007; págs. 165 y sigtes.). “...Es impensable que todo el pueblo decida siempre acerca de todo...”, dice Ferrajoli con sobrada razón. Pero a mi entender no se trata de algo tan extremado: vuelvo al ejemplo de Suiza, en donde funciona la democracia directa sin que todos decidan siempre sobre todo; existe un quorum que no requiere a la totalidad de los ciudadanos y una agenda que no abarcará TODOS los asuntos del Estado. Es más, creo que con las facilidades que hoy ofrece la tecnología de la información y la comunicación, es posible implantar esa democracia directa no perfecta ni absoluta, pero aceptable como expresión de la voluntad popular, mediante asambleas virtuales con sus reglas del juego, sus acreditaciones, etc. La democracia directa, como cualquier otro ideal, es irrealizable en términos absolutos, pero eso no debe impedir que intentemos realizarla en la medida de lo posible.

 

      1. Democracia participativa:

En cuanto a la democracia participativa, ésta combina la democracia directa con la representativa: por ejemplo referendum frecuentes con actividad legislativa ordinaria. El rol fundamental del sistema pasa de ser desempeñado por las cámaras legislativa a serlo por los ciudadanos, ya convocados en asambleas o para la celebracióln de referendum. También la base de este modelo es el concepto de comunidad ciudadana, a la que se le debe proporcionar el máximo de información posible, haciendo que los centros del poder y del saber estén abiertos a su participación.

 

 

2. LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA ¿ES DEMOCRACIA?

 

Examinemos más despacio el tema de la democracia en el momento actual, que es mayoritariamente la llamada democracia representativa.

 

Las instituciones de la democracia representativa, encarnadas primero en la Constitución de Estados Unidos, y en la Constitución francesa de 1791, fueron el fruto de ideas de los sectores conservadores de la Ilustración (de Montesquieu en particular), que desconfiaban de la capacidad de los pueblos de asumir un papel principal en el gobierno del Estado; y aunque la soberanía del pueblo era proclamada en principio, la adopción del sistema representativo se facilitó, con vista en las obvias dificultades materiales del Soberano para manifestar su voluntad en Estados que presentaban casi siempre una población dispersa en un vasto territorio. De ese modo ocurrió que, en la coyuntura, aquellas instituciones de la tripartición montesquiana (legislativo, ejecutivo y judicial) fueron concebidas en la forma de órganos y funciones expresivas de la voluntad popular, aunque en el mejor de los casos sólo lo fueran indirectamente. Sin embargo, como suele ocurrir, andando el tiempo aquellos órganos 'secundarios' terminaron adoptando una práctica suplantadora de la voluntad popular: elegidos para servir, los 'representantes' terminaron por dominar.

 

El resultado de aquel proceso histórico fue que prácticamente todas las llamadas democracias, exceptuando casos muy aislados, terminaron siendo representativas, lo cual en un sentido riguroso, significaría admitir que en el Mundo Occidental y su esfera de influencia, la generalidad de los Estados ha venido funcionando sin una auténtica democracia; que nos hemos manejado con un sistema funcional de gobierno al cual llamamos democracia por una especia de licencia del lenguaje, pero que en términos rigurosos y científicos no merece ese nombre.

 

Porque, repito, democracia es gobierno por parte del pueblo; pero no toda intervención popular prevista en una constitución o en una ley significa “gobierno por el pueblo”. El caso es que, aparte de la función de gobernar, una constitución podría asignar al pueblo otras funciones diferentes, incluso simbólicas o insignificantes.

 

Por ejemplo, una constitución redactada con la presencia de una mayoría oligárquica podría asignar al pueblo funciones puramente decorativas, como hace el artículo 123 de nuestra Constitución con la llamada iniciativa popular; o funciones que, revistiendo una gran importancia, no significan “gobernar”; tal como ocurre con la función electoral.

 

Elegir los titulares de ciertos órganos del Estado (presidente, diputados, munícipes), siendo una función no digamos importante sino esencial para el funcionamiento de aquél, no significa propiamente 'gobernar', sino que es una función preparatoria, lógica y cronológicamente anterior al ejercicio del gobierno. Al elegir no se gobierna, sino que se preparan los presupuestos para el gobierno. Por eso elegir es siempre un acto aleatorio: un salto en la oscuridad, porque el pueblo, al votar, no puede saber cómo gobernarán los candidatos escogidos, y generalmente ni siquiera puede corregirlos en el camino, ni revocarlos. En el sistema representativo ¿cómo saben los pueblos si al elegir a un candidato, está empoderando a quien les traerá la paz y la justicia, o a quien los arrastrará a guerras interminables y cercenará sus derechos, como le ha ocurrido al pueblo de los Estados Unidos en las últimas administraciones? ¿Es eso “gobierno del pueblo”?

Si partimos del dogma: democracia es gobierno por el pueblo, entonces, desde el punto de vista de la dogmática constitucional, un sistema no es democrático por el mero hecho de instituir elecciones generales para escoger a sus futuros gobernantes. O, en otras palabras, si yo, pueblo, además de elegirlo, puedo hacer que mi elegido haga mi voluntad, entonces estoy gobernando por medio de él; si lo elijo, pero luego el puede hacer lo que se le antoje, entonces, como pueblo, no estoy gobernando.

 

3. EL FRACASO DE LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA

 

Y qué coincidencia! La democracia representativa es la niña mimada de las oligarquías inteligentes, precisamente porque a ellas les ha venido asegurando el poder ... y al pueblo la ilusión. Porque al facilitar que el pueblo vote, asegura que la élite gobierne sin trabas. En la base de esa patraña colosal continúa gravitando la recordada concepción “tutelar” que las cúpulas gobernantes tienen de la democracia, según la cual el pueblo es un gigante atolondrado, eternamente niño, que necesita ser guiado, controlado y adormecido por obra de una minoría ilustrada, para que haga, con intervalos de varios años, lo único que puede hacer sin mayor peligro: votar.

 

En todas las sociedades clasistas de la Historia, incluidas las sociedades europea y norteamericana, con sus profundas brechas sociales y econòmicas, las élites han mantenido a importantes sectores de la población en la pobreza, la exclusión y la ignorancia; y se aprovechan de sus necesidades y debilidades para soboRnarlos y envilecerlos políticamente. Acto seguido les reprochan la frivolidad y la venalidad de su conducta electoral, que son precisamente las consecuencias de aquel tratamiento vejatorio, y les niegan capacidad para el ejercicio directo de sus poderes democráticos.. Negocio redondo.

 

Pero además, la historia comparada del sufragio nos muestra que algunos de los deplorables resultados de la corrupción y el desgobierno de las oligarquías son el desinterés, la desmovilización y el abstencionismo de los sectores populares, alegremente aceptados por la minoría, porque le facilitan las cosas. Son tres efectos crónicos de la democracia representativa que, constituyendo síntomas gravísimos de su patología, en el discurso oligárquico no deslegitiman el sistema, ni obstan para que muchos presidentes, diputados y senadores gobiernen durante cuatro o más años con base en un apoyo inicial abstracto que talvez, en términos reales, no representaba más del quince o el veinte por ciento del electorado. Ni impidió que en la mayoría de los casos los elegidos continuaran en sus puestos hasta completar sus períodos, a pesar de un abrumador rechazo popular.

 

No obstante la obviedad de una tan menguada legitimación, la arrogancia y la amnesia que subyacen en aquella concepción oligárquica no tienen límites; porque estos señores se mantienen afirmando, como verdad indiscutible, que el pueblo es constitutivamente ignorante e impulsivo, incapaz de gobernar.

 

Ahora bien ¿existe alguna evidencia empírica de esta afirmada incapacidad del pueblo? En los Continentes europeo y americano, lo que ha venido funcionando casi exclusivamente desde hace dos siglos es precisamente la democracia representativa, en la que los pueblos están jurídica y prácticamente limitados al mero ejercicio del sufragio cada cuatro, cinco o seis años para elegir a sus representantes, quienes generalmente pertenecen o están fuertemente ligados a la oligarquía. Hasta donde yo sé, solamente en dos cantones de Suiza existe la gestión gobernativa directa del pueblo; y nunca he oído a nadie afirmar que dicha gestión sea un fracaso; o que aquellos cantones hubieran caído o estuvieran por caer en el caos o la ruina, a causa del gobierno directo de sus ciudadanos. Entonces, repito ¿con qué fundamento afirmamos que los pueblos son ignorantes, impulsivos e incapaces de gobernar por sí mismos, sin la presencia y la ayuda de las oligarquías?

 

Y a propósito de torpezas e ineptitudes graves y reincidentes, pregunto: ¿quiénes han arrastrado y siguen arrastrando al Mundo a las funestas agresiones, usurpaciones, guerras y estragos naturales que lo tienen al borde del abismo? ¿Son los pueblos? ¿Quiénes, para lograr sus alevosías, usaron los fondos públicos para salvar a los banqueros de una lógica y merecida bancarrota; abusaron de los impuestos y de la deuda pública, acabaron con la economìa de regiones enteras? ¿Han sido los pueblos de la Tierra los autores de esos crímenes? Los pueblos de la Tierra se llaman Mussolini, Hitler, Franco, Reagan, Pinochet, Bush, Chenney, Runsfeld, Aznar, Blair y demás? ¿son los pueblos los que a lo largo de la Historia vienen dando constantes muestras de insensatez, insensibilidad, voracidad y crueldad extrema? Entonces ¿quién ha otorgado a las élites nacionales o internacionales, cuyo norte es el propio enriquecimiento a toda costa, la autoridad moral e intelectual para erigirse en tutoras del pueblo soberano?

 

El alejamiento, la apatía y el disgusto del pueblo en el régimen representativo, con todo lo relacionado con los políticos y el gobierno tienen un efecto adicional de suma gravedad: dan ocasión para la comisión de abusos y corrupciones cada vez más audaces y descarados: el ausentismo en las oficinas, las propinas y cohechos, el tráfico de influencias, las concesiones amañadas, los prevaricatos; nada de esto ocurriera en presencia de un pueblo informado, organizado, vigilante. Pero el sistema representativo manda al pueblo a la casa después de las votaciones y deja la cosa pública a merced de los burócratas y los políticos, con las consecuencias que todos conocemos. Ahora bien, tomando en consideración que este cuadro tiende a reproducirse en casi todos los Estados del Planeta, grandes y pequeños, en donde funciona dicho sistema, podemos llegar a la conclusión de que los destinos de la Humanidad están en pocas y sucias manos, y que corremos serio peligro.

 

Los ejemplos abundan, pero el caso de México es especial, pues allí la clase gobernante ha conseguido un notable record de funcionamiento regular del sistema electoral a lo largo de decenios, mediante maquinarias partidistas que consiguieron constantemente adulterar hasta hacer desaparecer la voluntad popular mediante la compra de votos, el clientelismo y la propaganda masiva, con la aprobación cómplice de los aparatos del Estado. No fue excepción el proceso electoral que tuvo lugar el pasado junio, el cual ha merecido la denuncia y el repudio de notables analistas y de multitudinarios sectores de la población.

 

Acerca de dicho proceso electoral el analista Pedro Echeverría escribió un artículo titulado “Países del Mundo: aprendan cómo repartiendo dinero y comida se ganan elecciones” (Argenpress: 11 de julio de 2012):

 

“...México es un país de 115 millones de habitantes con poco más de 70 por ciento de pobres y, dentro de estos, un 30 por ciento de miserables. Pero del otro lado están algunos miles de millonarios que cada día acumulan más riquezas usando la explotación y los negocios. La clase media, que hace 50 años iba consolidándose como tal, con la concentración de riquezas y el creciente desempleo, camina hacia la mayor pauperización. Si la democracia es equidad o por lo menos marcha hacia allá, parece que en México es difícil que se implante porque las desigualdades son extremas. Peor aún si la clase política mexicana, en contubernio con los medios de información, imponen su modo corrupto de hacer política. Y parece que no hay solución.

México, país distinguido por ocupar los primeros lugares del mundo en corrupción, aún tiene mucho qué enseñar en los juegos de la democracia. Aquí, desde hace por lo menos un siglo, se llama democracia al acto de obtener los votos de las mayorías, al hecho de que en las urnas estén los sufragios bien contabilizados. ¿Cómo se obtuvieron los votos? No importa que todos, o la mayoría de los votos hayan sido comprados con canastas alimentarias, con dinero sonante o si los medios de información hayan sido comprados por seis años. No debe olvidarse –dice el IFE- que hay sanciones o castigos a los partidos que hayan cometido irregularidades; pero una vez registrados los votos no se puede dar vuelta atrás, no se autoriza hacer nuevamente la elección...”

 

Y en relación con la proclamada igualdad de condición de los distintos candidatos, concluye:

 

“...¿Cuál igualdad democrática si los gobiernos del PRI compraron 2 mil 294 millones (de pesos) en despensas alimentarias familiares en la cadena de tiendas Soriana para repartir entre los electores a cambio de votos? ¿Y los otros materiales repartidos como cemento, láminas, bicicletas y demás?

México tiene mucho que enseñar en los juegos corruptos de la democracia. Aquí con una Constitución Política, un sistema parlamentario y tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) existe la democracia formal, pero estamos a 100 mil kilómetros de la democracia real; existe la legalidad pero no la legitimidad, es decir, se interpretan las leyes de acuerdo a los intereses de la clase dominante y los derechos de la mayoría de la población son casi inexistentes...”

 

 

3. LA DEMOCRACIA EN COSTA RICA

 

Las tendencias democráticas en CR presentan algunas características propias, diferentes de otros países latinoamericanos. Como muchos otros, yo creo que ello se debe, en buena medida, a que CR era la provincia más pobre y alejada de la Capitanía General de Guatemala; y entonces era una colonia pequeña y pobrísima, cuyos escasos pobladores nunca pudieron capturar ni comprar suficientes indígenas para trabajar la tierra y las minas. Como consecuencia, aquí no existieron esas grandes haciendas que se forman en Guatemala, Salvador y la propia Nicaragua; sino que aquí sólo hubo pequeñas y medianas explotaciones agrícolas que se mantenían en muchos casos con el trabajo de los miembros de la propia familia del colono. Como consecuencia CR se desarrolla dentro de un espíritu más parejo e igualitario. Y eso es una herencia valiosísima que nos queda para cuando el país se independiza y cambia su suerte económica.

 

Como el resto de las provincias, la CR pre republicana conoció los cabildos; pero después, la tendencia centralista dominante los sustituye por la llamada democracia representativa que, al comienzo, era abiertamente oligárquica. Desde el inicio de la vida independiente se instauran las elecciones, que no reunían las condiciones mínimas de certeza y confiabilidad.

 

Aún a fines del siglo XIX el proceso electoral estaba lleno de imperfecciones y vicios: eran corrientes el robo de las urnas de una votación y las alteraciones en el conteo de los votos. Todo lo cual se fue mejorando a lo largo del siglo XX; y aunque todavía se producen fraudes con las papeletas, con las urnas, etc., ahora es más difícil que hace 100 años. Los mecanismos de control se parte del Tribunal Supremo de Elecciones como de parte de los partidos antagónicos se han perfeccionando, al punto de que hoy, los problemas de esa democracia electoral costarricense no están tanto en esos mecanismos, sino en otras prácticas que la experiencia de los partidos viejos han ido ensayando con éxito; de modo que un partido como el PLN, que ha estado muchas veces en el poder y goza de un financiamiento publico opulento, ha sido igualmente el partido guía en materia de prácticas antidemocráticas, porque cada cuatro años combina sistemáticamente dos mecanismos probadamente eficaces:

 

  1. Una propaganda masiva, inspirada en la publicidad comercial: no tiene mensajes sugestivos sino que se basa en la repetición de ciertos lemas emotivos y en la abundancia de imágenes, que se trasmiten por todos los medios; y también mediante insignias, broches, brazaletes y volantes impresos. Esto tiene un impacto, incluso subliminal: la gente se va sugestionando con un candidato porque se lo meten hasta en la sopa.

Y claro está que este tipo de propaganda tenía que haber sido prohibido desde hace muchos años, porque atenta contra un principio básico de la democracia: el del voto informado.

 

  1. El clientelismo: los partidos tradicionales han sido capaces de manejar listas muy completas de gente pobre habituada a recibir beneficios materiales a cambio del voto. Este mecanismo se basa en los programas de bienestar social impulsados desde el poder ejecutivo y los entes menores del ramo.

 

Esta maniobra clientelista constituye una lesión muy grave en la moral cívica de esas masas de votantes, porque ellas terminan valorándolas como éticamente permitidas: en sus mentes el sentido y valor de las elecciones es que constituyen la ocasión de recibir, cada cuatro años, ciertos beneficios en dinero o en especie.

 

Así las cosas, estimo que si sumamos las graves carencias propias de la democracia representativa a un régimen y a una práctica electorales donde los candidatos son electos en condiciones adulteradas por una propaganda invasiva e irracional, asociada a maniobras clientelistas, y el pueblo carece de la menor posibilidad de participar o ejercer control sobre los actos de sus elegidos, lo que nos ha quedado es la negación de la más elemental democracia.

Frente a este panorama desolador que nos ofrece la llamada democracia representativa en CR, podemos decir que, de algún modo, las cosas han empezado a cambiar a partir de una reforma constitucional del año 2003, que modifica el texto del artículo 9 de nuestra Carta, introduciendo de una manera explícita la institución del gobierno directo por parte del pueblo.

 

De allí resulta, entre muchas otras cosas, que los tradicionales 'poderes supremos' (ejecutivo, legislativo, judicial) ya no son supremos en Costa Rica, porque ahora sólo es supremo, manifiestamente, el poder del Pueblo. Pero lo más significativo de la reforma es el cambio en la posición del Pueblo como sujeto, que pasaría de su condición pasiva de gobernado, administrado, etc., en la que lo tenía sumido una normativa reticente y una exégesis conservadora, a una posición de fortaleza, absolutamente congruente con su condición de soberano.

 

Porque, en efecto, ahora el artículo 9 constitucional dice que el gobierno de la Republica es ejercido POR EL PUEBLO, y por los tres poderes tradicionales. De este modo, aludiendo claramente a las modalidades de la democracia directa, nuestra Constitución quiere situar a Costa Rica entre los Estados de plena democracia.

 

Pero por ahora esa amplitud democrática que trae el nuevo texto, choca frontalmente con una práctica que excluye toda forma de democracia participativa y se asienta en un sistema representativo adulterado, muy lejano al “gobierno por el pueblo” que prescribe la Constitución, y que es esencial a la verdadera democracia.

 

¿ES POSIBLE CONSTRUR UNA AUTENTICA DEMOCRACIA?

¿Se puede actualmente construir una auténtica democracia; o sea, un mecanismo que recoja directamente la voluntad del pueblo, y que sea la voluntad del pueblo la que gobierne?

 

¡¡Sí!! En efecto, hoy día es posible, al menos para muchos pueblos del Mundo que poseen las habilidades colectivas, la madurez, el conocimiento y las técnicas para diseñar, construir e implementar aquel mecanismo. Hoy se tiene acceso a los medios de información y comunicación electrónicos en diversidad de formas; y últimamente a las llamadas redes sociales que nos permiten comunicar las ideas más rápido que nunca. Recurriendo al referendum podríamos tener la oportunidad de promulgar precisamente aquellas reformas que nos conduzcan a actualizar nuestra democracia, si además de aquel instrumento poseyéramos la madurez y la cultura adecuadas. Porque, en efecto, hay muchos que piensan que, por primera vez en la historia, poseemos la tecnología que nos permitiría gobernar directamente, sin representante; pero la cosa no es tan simple.

 

Tomemos el ejemplo de Suiza: los cantones más grandes y populosos tienen una forma de democracia participativa que se complementa y apoya ampliamente con mecanismos de representación, porque con base en una tecnología de punta combina éstos con un ejercicio de consulta al pueblo, que funciona regularmente. La práctica ha sido que se celebren cuatro referéndum al año como promedio, haciendo de ellos una forma frecuente y normal de gobierno. Y en dos de los cantones más pequeños (Appelzell y Glaris, existen mecanismos de la más pura democracia directa, porque no se instituyeron representantes, sino que la comunidad entera se reúne en un ámbito público, hacen sesiones cada año y ahí deciden cuáles serán sus leyes, cuál será el presupuesto del cantón, cuáles son las medidas que hay que tomar para el buen gobierno, etc., todo ello según agendas propuestas por los mismos ciudadanos. Estas formas de gobernar, que recuerdan mucho la democracia ateniense del Siglo V antes de Cristo, son entonces los ejemplos actuales y vivos de la democracia directa, prueba irrefutable de que es posible hacerla funcionar en el Siglo XXI... si nuestros pueblos contaran hoy con las condiciones materiales y culturales del pueblo suizo.

 

Entonces aquellas dificultades alegadas en el siglo XIX para desechar la participación popular, me parece que hoy día no son válidas, que es posible obtener (sobre todo en estado grandes) en estados de proporciones modestas, se puede obtener fácilmente el deseo, propósitos, decisiones del pueblo en determinadas materias. Creo que ya no se justifica que el referéndum sea considerado como una actividad excepcional: estas limitaciones obedecen a aquel criterio antiguo, válido en las condiciones técnicas del pasado, pero que hoy día ya no lo es. Dicho simplemente, la democracia participativa e incluso la directa, son factibles en este momento, en muchos Estados. La tecnología podría en eso facilitar las cosas. Sin embargo, en la realidad se interponen obstáculos poderosos.

 

 

 

 

5. ¿CUÁLES SON LOS OBSTÁCULOS QUE IMPIDEN EL FUNCIONAMIENTO DE UNA AUTÉNTICA DEMOCRACIA?

En mi criterio, los obstáculos más importantes para implantar la democracia son la organización capitalista para la producción de bienes y servicios (con sus consecuencias sociales); y la existencia de un poder mundial omnipresente y grandemente poderoso.

 

A) Entre las diferentes ecuaciones que definen el sentido de la vida, según diferentes culturas que se han sucedido en la historia (el tiempo es gloria, el tiempo es placer, el tiempo es devoción), la ecuación dominante en los últimos siglos es “El tiempo es oro”, que define al sistema capitalista.

 

El sistema capitalista reclama el tiempo y el esfuerzo de los trabajadores durante la jornada de trabajo, a cambio de un salario generalmente insuficiente; y siendo los trabajadores una gran parte de la población, nos encontramos entonces con que la mayoría de la gente “vive al día”, es decir, tiene que preocuparse del sustento trabajando jornadas largas, de modo que al cabo de una semana de fatiga y tensiones solo le queda libre uno o dos días y pocas monedas en el bolsillo.

 

Y entonces ¿qué ocurre? Ocurre que la gente dedica esos días a evadirse en el alcohol, la droga y/o el entretenimiento, y a tratar de descansar y reparar fuerzas para iniciar el nuevo ciclo. En esas condiciones, ni lógica ni fácticamente tiene cabida una práctica democrática, y la gente termina por olvidarse de las cosas relacionadas con la comunidad, en su posición solo está interesada en no caer en la miseria; y, si es posible, mejorar, ojalá ascender, un programa individualista que abarca el pequeño núcleo familiar, y así la gente se ha ido despolitizando.

 

Entre el ciudadano ateniense, cuyos esclavos hacían las tareas materiales, de modo que ellos podían ocuparse del gobierno de la ciudad: reunirse en el ágora para participar en la administración de la justicia y en la toma de las decisiones políticas; y el ciudadano doblegado por el trabajo y por la necesidad de la subsistencia; evidentemente la diferencia es muy grande y uno no puede esperar que el ciudadano moderno tenga un rendimiento democrático como el de la polis antigua.

Entonces se trata de que el sistema capitalista divide a los hombre en dos grupos los poseedores del capital y los trabajadores, lo que no teniendo el capital venden su fuerza de trabajo por un salario. Los poseedores del capital tiene facilidades para disfrutar de su ocio y pueden entonces pensar no solo en hacer dinero, sino además, en el ejercicio de la política que, según dicen, combina bastante bien con lo primero. De ese modo lo normal en el capitalismo es que los dirigentes salgan de las clases que poseen el capital, eso es un producto normal del sistema. Ahora la sociedad capitalista es una sociedad compleja que no solo tiene esos dos extremos de la burguesía y el proletariado, sino que tiene otra clases intermedias de la pequeña burguesía de los profesionales y pequeños comerciantes, tiene el campesinado, dividido a su vez en dos sectores: los propietarios de las pequeñas fincas y los jornaleros que venden su fuerza de trabajo en labores agrícolas.

 

Entonces se comprende por qué razón en un sistema constituido de esa manera, los que deciden son los poseedores del capital y a veces también elementos de ese grupo llamado la clase media (los profesionales y pequeños empresarios) que tienen una preparación y una cultura que les permite participar en cuestiones del gobierno de la comunidad. Y uno ve por qué razón cuando toman decisiones, las mismas favorecen a los poseedores del capital, porque son ellos los que deciden o deciden personas que dependen de ellos.

 

Entonces el capitalismo es ya un obstáculo fuertísimo para la construcción de una auténtica democracia. El dilema es muy grande, nos preguntamos si en esos términos va a ser imposible que se instaure una democracia de verdad: para cambiar el sistema capitalista se requeriría una voluntad popular muy clara y consciente; pero el sistema mismo tiene los recursos para impedir que dicha voluntad popular se forme. Sobre esto volveré al final.

 

 

 

 

 

 

 

 

DEMOCRACIA Y PODER TRANSNACIONAL

 

Voy a abordar un tema que se impone, por su enorme importancia, a la consideración de quien trate la cuestión de la democracia y su destino en el Planeta. Me refiero al tema de las transnacionales y su poderosa influencia en la marcha de los acontecimientos políticos y socio-económicos de nuestro tiempo.

 

Conviene recordar que las transnacionales son un producto relativamente reciente del capitalismo. Antes de ellas sólo existía la empresa de negocios registrada en el territorio y sometida a las leyes de un Estado, bajo la forma de la sociedad colectiva, por acciones, en comandita, etc. Conviene mencionar esa transición.

En efecto, como organización en sí, la empresa de negocios alcanza dimensiones muy respetables en el Siglo XVII, con las llamadas Compañías de las Indias Orientales y Occidentales: verdaderas transnacionales al amparo y bajo el control de las monarquías colonialistas, que aportan un modelo avanzado de la sociedad por acciones y subsisten prácticamente hasta el Siglo XIX.

 

Con avances y retrocesos, el proceso de consolidación de la empresa de negocios se completa a lo largo del Siglo XIX, cuando todas las constituciones de Occidente proclaman la libertad de empresa y la inviolabilidad de la propiedad privada. Es el tiempo de la Revolución Industrial, del apogeo del Liberalismo (con capitalismo salvaje) y del impulso colonialista de Europa.

 

Llegado el siglo XX la empresa de negocios -en la forma dominante de sociedad por acciones- crece vigorosamente, cada vez más libre del tutelaje del Estado, y comienza a desplegar sus potencialidades: fusiones y transformaciones; creación de empresas subsidiarias, formación de carteles y grupos de interés económico, acciones en la bolsa, etc. Y es así como las actividades privadas industriales, bancarias, comerciales, de transportes, etc., producen los primeros grandes millonarios del sistema capitalista, inaugurándose también con ello la era moderna de las colusiones entre empresarios y políticos, a la sombra de la democracia representativa.

 

Todavía en ese momento las empresas no intentan enfrentarse y domeñar el poder del Estado, pero logran sus propósitos convidando a los funcionarios y a los políticos al festín de las concesiones y los suministros. Y entonces, afianzada como fin en sí misma dentro de las comunidades nacionales modernas, la empresa de negocios aprende a maniobrar en los grandes espacios que autoriza el Estado Liberal; resiste y medra incluso durante los largos años del Socialismo Real y del Estado Benefactor; y mediante la transnacionalización de los capitales consigue ponerse relativamente fuera del alcance de los Estados, adoptando libremente sus propias políticas de desarrollo.

De modo que al finalizar el Siglo XX la empresa de negocios nos exhibe sus ya poderosos músculos: en ese momento la suma de las ventas anuales de las diez transnacionales más grandes superaba el producto interno bruto sumado de ciento veinte países, que constituían el sesenta y cinco por ciento de los que formaban la ONU; el producto interno bruto anual de la General Motors era ya mayor al de cualquiera de los países del Tercer Mundo, salvo Brasil, La India y México. Parece, pues, llegado el momento de forzar un cambio en el ámbito institucional, y ese cambio será, por supuesto, a costa de los Estados débiles.

 

Aunque haya vivido por siglos a su sombra, aprovechando todos sus servicios, lo cierto es que el Estado nacional le estorba a la empresa de negocios, porque el orden estatal significa, aún en su versión más liberal, un conjunto de límites ajenos a la lógica del capital. En el fondo, el ideal de un 'orden jurídico' preconizado por el neoliberalismo es la llamada 'Lex Mercatoria', es decir la seguridad de un derecho transnacional flexible y pragmático basado en la libre contratación, la oferta y la demanda, y la libre competencia, en un Mundo globalizado. Nada de esto lo garantiza de manera durable y segura un Estado republicano, que puede hoy ser liberal, pero mañana podría asumir una política intervencionista, o incluso (qué horror!) socialista, según las vicisitudes de la lucha democrática.

Tales riesgos son inaceptables; de modo que la empresa de negocios, en alas del Neoliberalismo, ha llegado a pensar que puede sustituir con ventaja al Estado no sólo en servicios estratégicos (puertos, aeropuertos, comunicaciones) sino incluso en aquellos servicios que se consideraban intransferibles, como la justicia, la seguridad pública y las prisiones.

Porque la empresa de negocios siempre supo que el poder económico es poder político diferido; y esto lo constataron también, en su momento, las coronas inglesa y holandesa, cuando las 'Compañías de las Indias' formadas bajo su alero pretendieron suplantarlas y gobernar directamente sobre los territorios colonizados. Y también, por último, lo saben nuestros débiles gobiernos latinoamericanos, que en su día fueron fuertemente influenciados, contrastados o directamente manejados por empresas de triste recordación, como la Standard Oil, la Anaconda Cooper Mining, la Hanna Mining Co., y nuestra vieja y malquerida United Fruit Company.

 

Pero los equilibrios de poder entre Estados y empresas que conocimos en el Siglo XX son sólo partidas de 'Monopoly' si los comparamos con la situación actual. Las transnacionales de ahora, considerablemente más poderosas que aquéllas, porque han crecido en tamaño y poder, y están perfectamente adaptadas a la globalización, ejercen una intensa y extensa influencia, palpable incluso en los gobiernos de Estados Unidos y de Europa; y se han organizado para intervenir en puntos estratégicos del Globo donde existan las condiciones para hacerlo; tal como pensaron Halliburton, Bechtel, Slumberger y otros que ocurriría en Irak después de su 'liberación' por obra de la guerra relámpago de Bush .

 

Así las cosas, en estos momentos todo parece indicar que las transnacionales han decidido posesionarse de la riqueza del Planeta, sin tener que someterse a las leyes y gobiernos de los Estados, como estaban obligadas a hacerlo en el pasado. Y para ello disponen del apoyo incondicional de dos super Estados (los Estados Unidos y la Unión Europea).

 

¿Hasta dónde llega hoy el poder de las grandes transnacionales? En su libro “Tragedia y Esperanza”, Carrol Quigley escribía:

 

la red de conspiración que mueve los hilos del mundo, está formada por banqueros y capitalistas internacionales: es decir el alto mundo de las finanzas. Reúnen a su alrededor un ejército de científicos, tecnócratas, políticos y agentes marionetas, para hacer desde las sombras su alta política”.

 

Y agregando datos muy interesantes, remata con que

 

los imperios económicos internacionales están interesados en promover el endeudamiento de los Gobiernos. Cuanto más alta sea la deuda, más caros serán los intereses. Pero además pueden exigir al presidente de turno privilegios fiscales, monopolios de servicios o contratos de obras. Si este no acepta, provocarán su caída, promoviendo disturbios y huelgas que, al empobrecer a la nación, les obliga a claudicar ante lo que piden”.

 

La política cayó en poder de las finanzas. Hace dieciséis años lo declaró brutalmente Hans Tietmeyer, Presidente del Bundesbank ante todos los jefes de Estado presentes en el Foro Económico de Davos, en 1996 (citado del Frankfurter Allgemeine Zeitung del 3 de febrero de 1996 por Hans Peter Martin y Harald Schumann: La trampa de la globalización; Taurus, Madrid, 1999; p.79):

 

...la mayoría de los políticos siguen sin tener claro hasta qué punto están hoy bajo control de los mercados financieros, e incluso son dominados por ellos...”

 

Cuando después del colapso de la Unión Soviética preguntaron a George Bush padre qué iba a suceder, respondió: “What we says, goes” (“sucederá lo que nosotros decidamos”). Y el analista Garry Adler sostiene que ese “we” (nosotros) no se refería al Gobierno de los Estados Unidos, sino al llamado Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), que es uno de los centros de poder mundial, con ramas en Alemania y Japón, financiado por los Rockefeller y conocido en el “establishment” norteamericano, como “el Gobierno Invisible”. El propio Adler escuchó de boca de unos de los dirigentes del CFR la siguiente afirmación “no importa por quién voten los pueblos, siempre votarán por nosotros…”.

 

Estamos ante EL MAYOR PODER DEL MUNDO, el que gobierna invisible sobre los Estados Unidos y la Unión Europea. Pero resulta que ese super-poder NO ES DEMOCRÁTICO: NINGÚN PUEBLO, NI TODOS LOS PUEBLOS JUNTOS HAN VOTADO PARA QUE LOS MAGNATES DEL CFR, O DEL GRUPO BILDEBERG GOBIERNEN EL MUNDO. CON QUÉ TÍTULO LO HACEN?

PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO. Son poderosos por encima de los Estados porque su enorme poder económico hace tiempo se trocó en poder político. Ahora bien, si no tienen una policía ni un ejército ¿por qué todos les obedecen? SON PODEROSOS PORQUE la Humanidad entera, ¡TODOS! REVERENCIAMOS EL DINERO, Y ELLOS TIENEN EL DINERO.

¿Realmente hemos llegado hasta ese punto? Hay quienes lo niegan. Sin embargo la tesis que afirma la existencia de esas agencias mundiales que dominan a los gobiernos más poderosos, resulta plausible en cuanto ofrece una explicación racional de cuestiones sorprendentes en apariencia, como por qué Obama, de origen tercermundista, de la raza de los oprimidos, políticamente antagónico a Bush, en gran parte ha seguido su política: es más, ha endurecido las líneas políticas trazadas por éste, haciendo escarnio de sus promesas de campaña; y también nos explica por qué tanto Bush como Obama, con una diferencia de pocos meses, corrieron ambos presurosos a extraer de las reservas de la nación cientos de miles de millones de dólares para impedir el colapso de la banca, hundida a causa de sus criminales especulaciones, configurando así una maniobra que, según los expertos, ha acentuado la crisis mundial en perjuicio de los sectores más vulnerables.

(Sobre el tema en general ver, entre muchos, el libro de Martin y Schumann citado; y de Jean Ziegler: Los nuevos amos del mundo; Destino, Barcelona, 2005).

 

Las consecuencias que esto tiene para cualquier lucha que se emprenda en pro de la democracia son gravísimas y desalentadoras. Porque ¿cómo esperar que progrese la causa democrática a vista y paciencia de aquellos colosales poderes, que son la esencia misma del autoritarismo y claramente no están por una democratización mundial, sino que están por el dominio mundial de una selectísima minoría? No es que ahora vayan a impedir el progreso de la auténtica democracia, sino que ya lo vienen haciendo con todo éxito. ¿Qué son, si no, el desmantelamiento del Estado social y la privatizaciòn y consiguiente elitización de los servicios de educación, salud, profesionalización, vivienda, etc.? ¿Qué son, si no, la llamada flexibilización

de las garantías laborales, la supresión de las garantías del imputado en el proceso penal y el debilitamiento general de los Derechos Humanos?

 

Pese a todo lo dicho ¿hay esperanza? Pienso que sí, y en lo que sigue de esta Lección explicaré por qué.

 

 

 

7. LA UTILIZACIÓN DE LA TECNOLOGÍA DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN ¿PERMITIRÁ ACELERAR EL PROCESO DE LA DEMOCRATIZACIÓN?

 

Las tecnologías de la informacin y la comunicación ¿pueden ayudarnos a diseñar e implementar la democracia del Siglo XXI?

 

Hace un par de decenios produjo gran entusiasmo entre los estudiosos de la democracia la posibilidad de aplicar las tecnologías electrónicas en la vida democrática de los Estados. Sin embargo, con el tiempo se ha podido apreciar que, por sí sola, dicha aplicación no conduce automáticamente a un cambio cualitativo de los procesos democráticos: ciertamente la tecnología hace posible y aparentemente fácil la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas, pero debe acompañarse de otros elementos que condicionan sus resultados.

 

En efecto, el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) se dirige hacia la consecución de estos objetivos de formación de ciudadanos informados, activos y participativos mediante campañas de información en las que tales tecnologías, como vehículo para hacer llegar los contenidos, devienen un medio fundamental. Las listas de discusión en redes telemáticas públicas, las videoconferencias y los 'cabildos abiertos' (town halls) electrónicos, son las herramientas más utilizadas en este modelo. La participación popular ha de estar basada en el diálogo deliberativo, informativo y formativo entre los diversos interlocutores; y este diálogo es lo que justamente facilitan las nuevas tecnologías, fomentando a su vez la imprescindible cultura participativa.

 

Sin cultura participativa los medios técnicos por sí nada pueden resolver, aunque hicieran posible votar decenas de veces al año. Y ello exige no sólo el ejercicio libre de las libertades en la red, sino la efectiva apertura de canales participativos con los ciudadanos y los grupos en los que se integran, por parte de los gobiernos y los partidos políticos. Aquí hay que tener presente fenómenos como el de los blogs, o la génesis de numerosos foros sobre asuntos públicos o privados que se generan contínuamente en la red, por lo general sin el apoyo o responsabilidad pública, pero que pueden ser útiles tanto para el sistema institucional como para la estimulación de una ciudadanía activa.

 

En principio, la red ofrece la oportunidad de intervención a todos los interesados, permite réplicas y contrarréplicas en el marco de un debate ajustado a los diferentes ámbitos de decisiones políticas (supranacional, estatal, regional, local y asociativo); la red puede facilitar la transparencia y el control de las instancias gubernamentales; constituye un instrumento complementario y espontáneo de comunicación y de asociacionismo voluntario. La facilidad de comunicación a través de la red permite la conexión entre los diversos responsables de la adopción de decisiones públicas (instituciones, partidos) y los ciudadanos y grupos interesados.

 

 

Creo que no cabe duda de que la tecnología de la información y la comunicación con la que cuenta el mundo de hoy, dispone, en potencia, de una serie de recursos que harían posible la intensificación de la democracia en el gobierno de los Estados, e incluso del Planeta. Pero como recuerda Joaquín Martín Cubas, no debemos confundir los mecanismos de votación con la democracia. Ésta requiere una una actitud austera y solidaria, y una cultura cívica que se formará a través del proceso deliberativo basado en la discusión de los ciudadanos y en el desarrollo de un sentido de responsabilidad moral de la sociedad. Más allá de los simplismos centrados en el voto electrónico, lo esencial sigue siendo el diálogo democrático.

 

Según Stefano Rodotà, con el voto electrónico el problema se facilita, pero no se soluciona: primero debe asegurarse lo que podríamos llamar la alfabetización democrática de la masa ciudadana; luego hay que implementar mecanismos que aseguren un aumento continuo de la intervención y la participación populares, de modo que aquella masa se integre en el ámbito político.

De otro modo podríamos instaurar el sistema de democracia participativa, poner el referendum u otras formas de consulta al servicio del pueblo; pero si el pueblo está disperso, desorganizado, sin conocimientos acerca de la política y el gobierno, difícilmente va a hacer un uso adecuado de esos instrumentos. Los empleará, ocasionalmente, y sobre todo a instancia de los miembros de la clase política y en provecho de ésta. Lo mismo que ha ocurrido siempre con la democracia representativa: en el mejor de los casos el pueblo va a votar; pero todo está organizado para que sus votos terminen favoreciendo los intereses de la clase política.

 

Por esa razón, los estudiosos de la materia han explorado los diversos métodos que ofrece la tecnopolítica para asegurar la realización de las condiciones para que una auténtica democracia sea posible. Pero debemos tomar nota de las cautelas y reservas que ellos mismos han venido haciendo alrededor de la implementación de aquellas técnicas, en el sentido de que no creamos que se pueda obtener democracia automáticamente y de la noche a la mañana, con el mero uso de las tecnologías de la información y la comunicación, al igual que se obtiene jugo poniendo la fruta en el exprimidor.

 

 

8. UN TRABAJO SIN RECOMPENSA

 

Causa gran preocupación constatar las condiciones de apatía e ignorancia en que ha estado el pueblo durante estos últimos años en Costa Rica: la gente se encierra en su rutina de trabajo (el que lo tiene), reposo y entretenimiento y simplemente ignora la realidad de su país; y los partidos tradicionales ni siquiera durante las campañas político-electorales les plantean las grandes cuestiones: los datos reales de la situación económica, social y cultural; un diagnóstico realista y detallado de dicha situación por parte de los candidatos, con mención de las orientaciones, iniciativas y proyectos diseñados para superar sus problemas; y de los recursos humanos, institucionales, materiales y financieros cualitativa y cuantitativamente idóneos. Nada de eso se le presenta, sino que se la somete al bombardeo propagandístico de temas pseudopolíticos alrededor de lemas emotivos e imágenes publicitarias. De esta manera superficial y poco preparada se adormece a las masas de trabajadores del campo y la ciudad durante la campaña política; y con esa carga de banalidades la gente va a votar.

 

A partir de ese momento, transcurrida la elección y cualquiera sea el resultado, el ciudadano se desvincula de aquella pintoresca fiesta cívica, de modo que no vuelve a pensar en ello sino hasta las siguientes elecciones, donde nuevamente se le planteará escoger entre diversos rostros, colores y lemas publicitarios.

 

Esto produce un déficit de democracia gravísimo en nuestro País, si encima de eso se afirma oficialmente que esas rutinas constituyen la democracia y que los países que tienen esas rutinas son demócratas, entonces el fraude a la democracia esta consumado.

 

Yo creo que los costarricenses hemos vivido en ese sueño durante muchísimo tiempo. Incluso hemos proclamado que el ejercicio electoral cuadrienal constituye la democracia por excelencia; y nos hemos acostumbrado a esa adulteración.

 

Para tener un régimen democráticamente aceptable, que merezca el nombre, se necesita POR LO MENOS que el sistema representativo sea acompañado por una fuerte dosis de participación del pueblo. Y claro, este régimen necesita imprescindiblemente que los representantes respondan de su gestión frente a los representados; que haya una vigilancia constante del pueblo sobre el quehacer de sus representantes: que los presidentes, diputados y ministros puedan ser sometidos a foros de discusión donde tengan que explicar sus acciones ante organizaciones de la comunidad; que sea posible la revocación del mandato cuando un representante claramente está actuando contra los intereses de la gente.

 

Una democracia de esa calidad necesita un cambio en las relaciones productivas, porque esto que venimos diciendo sobre la actividad de organizaciones populares, la movilización, la intervención en los asuntos públicos de masas del pueblo, no se puede hacer si el pueblo sigue sometido a un régimen de trabajo que le consume todas su fuerzas durante cinco días o más de la semana. Se necesita que la gente tenga espacios para informarse, para cultivarse y realizar una práctica de la democracia. Una persona que debe trabajar 10 o 12 horas porque tiene (porque necesita tener) dos empleos, está prácticamente inutilizada para el ejercicio democrático: esa persona, por mucho esfuerzo que haga podría participar únicamente con carácter marginal. Para vivir la vida democrática se requiere sin duda que toda la gente tenga garantizado un espacio de su jornada para el cultivo de las actividades relacionadas con los interés colectivos ¿cómo llegar a eso? Estamos sometidos y tratando de resistir a una corriente disuasiva y represiva que es lo contrario de lo que nos hemos propuesto, porque vivimos una fuerte oleada neoliberal donde más bien los empresarios y los gobiernos quieren que la gente tenga jornadas de trabajo más largas, vacaciones más cortas, salarios más reducidos, una educación antihumanista e instrumental, etc.

 

Para los esclavos de la antigüedad que debían trabajar jornadas de 16 o 18 horas al día, de modo que no les quedaba más opción que caer dormidos y tratar de recuperar las fuerzas en 4 o 5 horas de sueño; pensar en que tenían derechos y podían reclamarlos; y pensar en la organización para la lucha; y más allá: pensar en cómo organizar una sociedad futura libre de esclavos, etc.; todos esos pensamientos eran prácticamente inexistentes: no tenían lugar porque la desmedida carga de su servidumbre aplastaba cualquier brote de ideas. En este sentido, millones de personas durante milenios pasaron la vida entera en un régimen esclavista, bajo el látigo de sus capataces, sin tener nunca un espacio que les permitiera ni aún darse cuenta de su situación.

 

Entonces estos ejemplos sirven para pensar en la situación de los trabajadores actuales que, deseosos de actuar pero abrumados por su mala situación, quisieran incorporarse a una actividad de desarrollo de una conciencia y de prácticas democráticas. Las preguntas son: ¿cómo, con qué tiempo y en cuáles espacios producir con esos trabajadores una cultura que sea adecuada al cambio del sistema representativo, en el que la voluntad popular no existe (salvo un día cada cuatro años), a un sistema donde la voluntad popular sea reconocida y respetada, y sea la norma del Gobierno?

 

Aquí vuelvo a presentar la dramática coyuntura en que se encuentran los pueblos entre la vieja ecuación capitalista: tiempo= oro; hoy revitalizada por el neoliberalismo; y la ecuación: tiempo=vida democrática, que millones de personas empiezan a vislumbrar como alternativa.

 

En un cierto momento de la historia los pueblos se vieron sometidos a los efectos de la ecuación: EL TIEMPO ES ORO, que significa que el tiempo de la vida, el tiempo de pensar, el tiempo del esfuerzo humano, individual o colectivo, debe convertirse en riqueza; que el flujo del tiempo significa posibilidad de enriquecerse.

 

Esto no lo escogieron los pueblos; sino que, cuando en procura del provecho econòmico, los detentadores del poder y la riqueza generalizaron la práctica productiva llamada capitalismo y la hicieron prevalecer, por la misma dinámica del sistema el pueblo trabajador quedó reducido al ejercicio de las formas menos democráticas del sistema representativo: votar sin saber; votar sin convicción; votar sin esperanza.

 

Es preciso cambiar el lema. En vez de “el tiempo es oro” hay que decir “el tiempo es vida en democracia”, o sea: vida digna, decorosa, respetuosa y solidaria. Obviamente para eso habría que hacer grandes cambios en la organización política y productiva. Pero ¿cómo hacerlos dentro de las reglas del sistema? Con la jornada laboral propia del modo de producción capitalista, serán siempre grupos minoritarios de trabajadores los que se mostrarán dispuestos a sacrificar sus jornadas de descanso y entretenimiento para adquirir una cultura y hábitos democráticos, y conquistar los espacios y las tecnologías que les permitan por lo menos mantenerse informados y comunicados. Pero mientras sean pequeños grupos podrán ser controlados y neutralizados.

Para darle realidad a la ecuación: tiempo=vida en democracia, por un lado hay que modificar profundamente el modo de producción; pero por el otro lado, para modificar el modo de producción necesitamos una conciencia y una determinación de las grandes mayorías que en realidad no existe ¿cómo llegar a esa conciencia y determinación en el grado suficiente como para que sea una fuerza capaz de cambiar el modelo? En suma, estamos siempre ante el viejo dilema ¿cómo construir la democracia bajo un régimen no sólo anti democrático, sino democraticida?

Porque el caso es que el grupo gobernante se va a resistir con todas sus fuerzas a cualquier cambio que merme sus ventajas. Con ayuda de técnicas avanzadas se defenderá de cualquier cambio que amenace sus intereses fomentando en las mayorías excluidas hábitos, ideologías y culturas conformistas y justificadoras del régimen mismo que las perjudica. Y así vemos cómo en la actualidad, en muchos países ricos y pobres la clase trabajadora está siendo educada para que utilice sus escasos recursos en programas radiales y televisivos de consumismo y entretenimiento; y entonces cientos de miles de trabajadores en todo el Mundo adhieren a ese estado de cosas y son incapaces de renunciar a sus hábitos consumistas y a sus rutinas de entretenimiento, que suelen ser programas llenos de sexo y violencia.

 

La industria del entretenimiento ha llegado a perfeccionar de una manera habilísima los espectáculos que la gente quiere ver. Entonces frente a una población de gente pobre y no tan pobre, completamente aficionados al consumismo y al entretenimiento fácil, ¿qué posibilidad existe de convencerlos de que están en el camino equivocado?

 

En este momento en CR por ejemplo, uno habla con la gente de que deben abandonar sus hábitos consumistas y deben cambiar sus gustos para asistir a espectáculos serios y constructivos y yo creo que quien emprenda eso va a tener muy poco éxito porque el escollo mayor que enfrenta es precisamente la presencia de una cultura de las masas que va por el camino fácil. Es un círculo vicioso.

 

Cuál es la salida? La propia realidad, por ser inexorable, enseña al que quiere aprender. La depauperación constante de las capas medias y bajas puede ser una medicina amarga pero liberadora cuando las crisis económicas cada vez más duras se descarguen sobre sus espaldas. Entonces llegará el momento en que estas masas empezarán a buscar soluciones, y estarán más receptivas a las explicaciones que les permitan entender su sitación; y más dispuestas a unirse para encontrar soluciones.

 

Pero podrían aparecer otras salidas.. la tentación de un cambio hacia la derecha, la instauración de un régimen de fuerza, con un líder de tipo hitleriano, es desgraciadamente una alternativa que en el actual estado de cosas no se puede desechar.

 

Todo esto me parece que nos está indicando, que aún con la ayuda de las tecnologías electrónicas de la información y la comunicación, una solución democrática, si se llega a alcanzar, no va a ser posible en el corto plazo. Tendrá que pasar mucho tiempo y entonces el riesgo de que en ese tiempo maduren otras soluciones no democráticas o se precipiten acontecimientos de alta destructividad como la guerra nuclear, son un escenario perfectamente posible.

 

Aquí volvemos al tema de la tecnología de la comunicación que nos permite conocer mucho más certera y rápidamente los acontecimientos, las conductas de la gente. Hoy día por ejemplo el rescate de los bancos quebrados por la locura de los banqueros en un hecho conocido por una masa enorme de gente en el mundo: en el pasado eso no habría sido posible. Los wikileaks, la información secreta de las embajadas, de los agentes diplomáticos y gubernamentales de EEUU, Europa, América Latina, han revelado un cuadro que es muy poco alentador y ponen al alcance de cientos de miles de personas una realidad que generalmente es desconocida, que es la mentalidad como los funcionarios de la economía, la diplomacia y los servicios secretos de las grandes potencias, sobre todo EEUU manejan las cosas más delicadas del mundo.

 

Creo que ese cuadro tendría que ensenarle a toda la gente que tiene acceso a esas noticias cuáles son los valores (o falta de valores) que se manejan a esos niveles de las altas finanzas y la diplomacia. Y uno puede pensar que ese conocimiento difundido entre esos miles de receptores va a producir un cambio, tal vez en un plazo no tan largo e impredecible.

 

Ya de esos cambios, dichosamente, hay algunas muestras. Como por ejemplo el movimiento de ocupación de Wall Street y los indignados. Pero es fácil de ver que todavía no son movimientos masivos, mayoritarios. La mayor parte de la gente no se manifiesta en esos movimientos, no se sabe si es porque es temerosa, o tiene fuertes dudas, o simplemente porque esos datos de la realidad no les producen una reacción positiva. Esta la gente derrotista, pusilánime, los calculadores, los que no se mueven si no hay algo que les de provecho inmediato etc. Lo cierto es que a pesar de la abundancia de la información esos movimientos no son mayoritarios. Y también tienen un aspecto un poco desalentados, no son movimientos que se sostengan por mucho tiempo. De otro lado es evidente que hay fuerzas organizadas dirigidas a sofocar esos movimientos, ya sea violentamente o bien a neutralizarlos para que no causen repercusiones en las mayorías, desacreditarlos.

 

Entonces el problema que tenemos, si queremos construir una democracia auténtica, es de qué manera llegarle a la gente con el objeto de despertar en ellos una conciencia democrática? Incluso cabe preguntarse si ese objetivo es percibido por las grandes mayorías como un auténtico valor en cuya consecución o logro es necesario y conveniente abandonar la cultura consumista, ese individualismo hedonista en que la gente está educada.

 

Las encuestas acerca de la vida democrática, la soberanía popular, no son halagüeñas, con frecuencia hay grupos nada pequeños que establecen como prioridad el surgimiento de un gobernante de mano dura. Y preguntados acerca de qué sería preferible, si un orden tiránico pero eficaz, o un sistema acentuadamente democrático pero lento, muchísimas personas se inclinan por el orden tiránico.

 

Bueno, entonces, la pregunta sobre cómo educar al pueblo en una nueva concepción de la vida humana y la naturaleza que los lleve a la preferencia por una militancia democrática, es la pregunta estratégica en el momento que vivimos.

 

De otro lado, aun si tuviéramos la fórmula para realizar esa educación del pueblo para la democracia ¿quiénes trabajarían en eso? Sería un trabajo desde la oposición, porque con el panorama actual no podemos esperar que los gobiernos propicien esta educación, como por ejemplo una educación en las escuelas y colegios. Entonces ¿quiénes trabajarían en eso? Tendría que ser un trabajo voluntario, sin recompensa; y quienes se comprometan en eso tendrían que saber que los resultados de semejante esfuerzo, aún empleando tecnicas electrónica, no van a verse al año siguiente, sino que tal vez aparezcan en un plazo de varios años.

Esta es la razón por la que algunos partidos de oposición no emprenden un trabajo de este tipo, sino que se afanan en desarrollar tácticas dirigidas a producir votos en las próximas elecciones; lo cual solamente ha producido y va a seguir produciendo la perpetuación del actual estado de las cosas.. Tendría que ocurrir una especie de cataclismo de los partidos tradicionales, tendría que pasarle a Liberación Nacional algo así como lo que le ha ocurrido al PUSC, para que se den las condiciones para la instauración de una democracia auténtica.

 

Así las cosas, el futuro de la democracia en países como Costa Rica no luce como un futuro alentador. Quienes creemos en la vía de la educación como fuerza transformadora, debemos trabajar en todos los sentidos en que se pueda impulsar una toma de conciencia por parte del pueblo, sin esperar resultados inmediatos. Otro mundo es posible, pero conquistarlo, llegar a él, tiene que ser producto de un esfuerzo que empeñe las generaciones actuales y posiblemente las venideras en un arco de tiempo prolongado

 

A los jóvenes aquí presentes, miembros de esas generaciones venideras, quiero contarles una breve historia, ya para terminar:

En mayo de este año,  a escasos dos meses de las elecciones generales en México, un grupo de estudiantes  de la Universidad Iberoamericana cuestionó fuertemente a Enrique Peña Nieto, candidato del PRI y hoy virtual presidente del país. Al ser interpelados como si se tratara de provocadores infiltrados, se identificaron exhibiendo sus carnets de estudiantes: eran 131 universitarios que denunciaban la ingerencia ilegítima de la oligarquía en la campaña, y cuestionaban la pureza del sufragio. El hecho fue mal informado por los medios al servicio del PRI, y desató una reacción en cadena de los universitarios de todo el país; pero particularmente de las grandes universidades del Distrito Federal. De aquel episodio surgió un grupo llamado 'YO SOY 132', que tomó una posición inédita y originalísima en la campaña electoral en marcha; y en pocas semanas creció exponencialmente hasta sumar más de 100 mil.  Sus planteamientos fueron los siguientes:

Somos un movimiento estudiantil, ciudadano, político y apartidista.

Somos un movimiento Anti -PeñaNieto y Anti PRI

Somos un movimiento Anti Neoliberal.

Somos un movimiento No violento, que lucha por sus demandas basado en los derechos de libertad de expresión y soberanía que la constitución mexicana nos confiere.

Es un movimiento horizontal, sin liderazgos, y ese es uno de sus pilares que le da fuerza.

Es un movimiento estudiantil unificado que no hace distinciones entre universidades públicas y privadas, entre todos compartimos una misma lucha, y solo unidos lograremos la victoria.

Al participar en el movimiento no debemos asumirnos como pertenecientes a una universidad en particular sino como parte del movimiento.

No es un movimiento solo estudiantil sino busca incorporar a ciudadanos que compartan los motivos de lucha del movimiento.

Debemos ser un movimiento ejemplar con una práctica de la civilidad en nuestras acciones, estar bien informados de porqué luchamos, no tirar basura, respetar a los ciudadanos.

Se debe generar a la brevedad un código de ética del movimiento.

 

        El movimiento se plantea evitar que un candidato presidencial pueda ser impuesto por la oligarquía del país y los poderes fácticos presentes en los tres poderes del gobierno de la república, así como organizaRnos para responder a un probable fraude electoral diseñado con antelación.

 

        Este no debe ser un movimiento solo de coyuntura electoral, sino es un movimiento que busca cambiar el país, encausar las demandas de justicia de la población y se plantea resolver los graves problemas que padece el país en todos los sectores que atañen a la sociedad mexicana: en lo social, económico, educativo, ambiental y cultural. Impulsando las medidas necesarias para acabar con el actual sistema que ha mantenido marginada a la mayoría de la población sin otorgarle un desarrollo integral y adecuado.

 

         Este movimiento busca como una de sus tareas más importantes democratizar los medios de comunicación, para que dejen de emplearse como instrumentos de enajenación, manipulación y dominación de la población, y sirvan como espacios de desarrollo social, fomenten la educación, así como una cultura de alta calidad en su selección por parte de la población y en el desarrollo de sus contenidos. Impulsará un movimiento para el retiro de concesiones de televisión y radio a las empresas que no cumplan con el uso adecuado de dichas concesiones como la ley lo establece, que contravengan el mal uso con contenidos degradantes para la población.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CÓDIGO DE ÉTICA

“1. Somos un movimiento que no apoya a ningún partido por lo que, en ningún momento, deberás mostrar insignias, propaganda o expresar frases que sugieran que estás apoyando a algún candidato.

“2. No somos un movimiento violento por lo que, bajo ninguna circunstancia, deberás ceder ante provocaciones violentas. Si detectas a alguien (sea miembro o no del movimiento) que está buscando comenzar acciones violentas, asegúrate de hablar con él/ ella e intentar que se calme. Si aún así continúa, pide ayuda de tus representantes y demás compañeros para controlarlo.

“3. No pretendemos arruinarle el día a los demás, por lo que nuestra marcha se realizará por la banqueta, siempre permitiendo el flujo de tránsito y el paso de vehículos y peatones. Muy importante: NUNCA agrediendo ni física o verbalmente a los que pasen por ahí.

 

“Todos podemos expresarnos sin ningún impedimento, siempre recordando:

“A) Habla por ti, no por el movimiento ni el resto de los compañeros.

“B) Siempre ten en cuenta los puntos 1 y 2 antes mencionados.

“C) No caigas en provocaciones de los medios. Son más listos que nosotros en cuanto a preguntas se refiere y lo más probable es que traten de ‘voltearnos la tortilla’”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INDICE SISTEMÁTICO

 

 

I. INTRODUCCION

 

A) DEFINICIONES (3)

 

B) CONCEPTO. EXPERIENCIAS (5)

 

1. D. representativa, directa, participativa (5)

 

    1. Democracia y globalización (7)

 

3. La democracia en costa Rica (11)

C) ¿PODREMOS CONSTRUIR LA DEMOCRACIA? (14)

El impacto de las TIC

 

 

1. OBSTÁCULOS: (18)

 

ESTRUCTURALES: Las personas bajo régimen capitalista. TRABAJO, CONSUMO

DIVERSIÓN

 

FUNCIONALES: INCOMPATIBILIDAD CON LA DEMOCRACIA DIRECTA Y

PARTICIPATIVA

 

b) LA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA SERÁ MÁS POBRE, MÁS TRABAJOSA, MENOS

ACELERADA EN TÉRMINOS DE INNOVACIONES, MÁS ECOLÓGICA.

  1. ¿ES DESEABLE LA DEMOCRACIA, EN ESOS TÉRMINOS? ¿QUÉ PREFIEREN LOS POBRES: DEMOCRACIA O ENAJENACIÓN? ¿DEMOCRACIA O ENTRETENIMIENTO?

 

 

2. ¿Cómo construir la democracia bajo un régimen no democrático? (20)

 

  1. ¿CÓMO EDUCAR AL “PUEBLO DEL ESTADO” EN UNA NUEVA CONCEPCIÓN DE LA VIDA HUMANA Y DE LA NATURALEZA?
  2. utilidad y peligros de las TIC EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA (22)

 

 

CONCLUSIONES: UN TRABAJO SIN RECOMPENSA, PORQUE SUS EFECTOS SE POSTERGARÁN SIN PLAZO DETERMINADO.

 

 

 

 

 

 

 

 

En su libro El arte de la inteligencia (1963), ALLAN DULLES, antiguo director de la CIA, describe en qué consiste la estrategia de degradación usada por la CIA contra los países socialistas:

 

“Sembrando el caos en la Unión Soviética sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia. De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social.

 

Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos.

 

Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad. En la dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas [como] innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo [y] la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos y, ante todo, el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor.

 

Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarlos, desacreditarlos y señalarlos como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos (…)”.

 

El economista Alfredo Serrano Mancilla, en Rebelión del sábado 4 de agosto:

 

“....Al día de hoy, a nivel mundial, 185.795 ultra ricos duermen plácidamente poseyendo cada uno activos superiores a 30 millones de dólares Dicho de otro modo: este 0,002% de la población posee, por ejemplo, dos veces la riqueza de la Unión Europea, o sea, 25 billones de dólares.

 

Una súper-entidad de tan solo 147 compañías -muy entrelazadas entre sí- se apropia del 20% de los ingresos operativos globales [2] .

 

A su vez, la elite económica mundial evadió en los últimos 5 años entre 17 y 25 billones de dólares [3] .

Alrededor de 6,3 billones evadidos están en manos del 0,001% de la población mundial.

 

De hecho existen 10 bancos privados (USB, Credit Suisse, Goldman Sachs) que gestionan un fraude fiscal mundial de 4,8 billones de euros en el año 2010

   

   
 

 

 

         

Cursos, Seminarios - Información Gral - Investigación - Libros y Artículos - Doctrina Gral - Bibliografía - Jurisprudencia  - MisceláneaCurriculum - Lecciones de Derecho Penal - Buscador

principal