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    El mejor sistema penal    
   

 

   
   

          La sociedad, tanto la argentina como la de otros países, tiene el tema de la delincuencia como una de sus preocupaciones cotidianas. Concurren varios factores para que ello ocurra: En primer lugar, se trata de un problema que no puede erradicarse pues concurren cuestiones culturales que son inmodificables, por ley. En realidad, hay una sola regla que, de ser seguida, evitaría todo conflicto y es “No dañar”. En segundo lugar, y en la República Argentina, hay actualmente un caos normativo, no sólo por las sucesivas y no coordinadas reformas sino porque los Códigos de Procedimientos Penales de las distintas jurisdicciones nacionales, provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tienen disposiciones que no concuerdan con las del Código Penal sancionado por el Congreso de la Nación. En tercer lugar, no hay posibilidades, para ningún Estado, de atender el enorme número de delitos que se cometen diariamente. Como ejemplo valga mencionar que los Estados Unidos de América gastan anualmente 80.000 millones de dólares en mantener sus prisiones y, sin embargo pese a la severidad de sus condenas, la tasa de criminalidad sigue aumentando.

         De vuelta a la consideración de lo que ocurre en nuestro país, es de advertir que hay quienes, permanentemente, reclaman que la ley incremente las penas y lo hacen incluso sin conocer cuáles son las escalas actuales entre los mínimos y los máximos de reclusión o prisión y sin saber que la legislación actual, debido a la atención de esos reclamos, llega a extremos de desproporción manifiesta entre la infracción y el castigo.

         Lo que, seguramente, se necesita es que tanto el autor del delito como la víctima y la sociedad en su conjunto adviertan que no hay impunidad. Para que ello ocurra no se necesita incrementar las penas sino encontrar procedimientos que permitan aplicarlas al mayor número posible de contravenciones. Y de allí el título de esta entrega: En el último tercio del siglo XVIII se difundieron por Europa las ideas de un joven quien, a los 25 años publicó un libro titulado “De los delitos y de las penas”. Fue el Marqués de Beccaría. Enfrentó las costumbres arraigadas de su época e invitó a diseñar un nuevo método para enfrentar esta problemática. De su obra rescato esta frase que tiene plena actualidad: “El mejor sistema penal es el que tiene penas suaves pero de cumplimiento efectivo”.

        

06/2016

 

   
 

 

 

         

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