“El llamado para auxiliar”

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  “El llamado para auxiliar”    
         
   

         La del título es la traducción de la expresión latina “ad auxilium vocatus”, de la cual se ha generado la palabra “advocatus”, que llegó al idioma castellano como “abogado”.

         Es del caso preguntarnos cuál es el auxilio para proporcionar el cual en la época actual se nos llama. Y la respuesta no es unívoca, pero de todas maneras revela la multiplicidad de las funciones que puede desempeñar un abogado: gobernar, legislar, administrar los intereses públicos y los privados, impartir justicia, etc.

         Sin embargo, abogar será –en esencia y siempre- usar los argumentos adecuados para convencer al juez de que nuestro cliente tiene razón.

         Por supuesto que aquí se presenta una situación, que puede ser paradojal para algunos que no han pensado en lo que voy a expresar seguidamente.

Y es que el abogado del adversario también emplea argumentos tratando de convencer al juez de que es el cliente suyo quien tiene razón. ¿Cómo se puede entender esto? Es muy sencillo: El abogado debe, necesariamente, ser parcial: Debe defender la parte que representa con pasión. Si no lo hace, es un mal abogado.

         Obsérvese que he empleado la palabra “parte”. Los argumentos de cada abogado son una “parte” de la cuestión que se debate. El todo lo tendrá a la vista el juez para dictar sentencia. Y él sí, debe ser imparcial.

Por Marco Antonio Terragni

   
         
 

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