Recordando a mi padre..

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  Recordando a mi Padre Antonio Terragni a los 20 años de su camino en la espiritualidad    
   

"Aún estoy en el mismo lugar de la noche, junto a tu sombra y la sigo en el tenso arco del silencio"

 

Psicóloga María Cristina Terragni

 

Antonio, el padre, el periodista, el amigo, el maestro, está allí, en la dimensión de lo inasible, en el recuerdo feliz, en las lágrimas de la ausencia y en el "gracias, papá" que ritualiza el comienzo de los días. Amaba la vida, la de la siembra, la del esfuerzo, la del placer, la de los amigos. Era un apasionado seductor, con los gestos, con la elegancia de las palabras, con la gentileza del reconocimiento. Siempre estaba. Allí donde alguien necesitaba del discurso, del optimismo, de la confianza. Cada experiencia nueva era una celebración. Celebraba la vida, con los errores y los aciertos. Siempre había algo que aprender y algo que enseñar. Era el Maestro que acicateaba con impaciencia a sus ocasionales alumnos para que no desperdiciaran sus momentos. Amaba lo que hacía, disfrutando de la diversidad: el periodista se nutría del hombre de campo, el maestro amaba el arte, el profesor de educación física escondía al bohemio y el poeta aportaba su ilusión al viador incansable. "Cuando muera quiero ir a un cielo adonde haya caballos" decía junto al poeta, tal era su vínculo con la nobleza de estos animales. La tierra con sus huellas, su "cielo verde" como la llamaba, había que honrarla. Derrochaba orgullo por su tierra gringa, rehaciendo el mandato de los abuelos para hacerla más fértil y traducirla en honores. Adelina fue la "joya de su reino", la mujer de sus desvelos con la que compartía el aula, los hijos, la poesía, la historia de su gente. Le dijo enamorándola para siempre: "Adelina, siento el alborozo de tus pájaros de luz, anunciándote". Desde su pasión, unida a la perseverancia de Adelina, desenrollando sueños y venciendo la tradicional desconfianza piamontesa, nació el Museo Histórico de Rafaela y cuantas otras instituciones y lugares dedicados amorosamente a su otra pasión incontrolable: Rafaela. Rafaela la amada, a la que dedicó sus "Alabanzas". Sus emociones corrían parejas con el ritmo febril de su crecimiento: "Rafaela eres fuerte, generosa, leal y sincera. He aquí los cuatro puntos cardinales de tu alma". Era el caballero medieval defendiéndola desde el juramento. Pero también sintió la responsabilidad de ser ciudadano del mundo, al que recorrió con el desafío y la aventura. Iba al encuentro de lo desconocido con apertura y la luz que irradian los que no desconfían, con su carga de banderas argentinas para repartir su orgullo de pertenecer a un país nuevo, adonde el trabajo y la honestidad eran los legados más valiosos de los padres inmigrantes. La vida era para él un premio, un regalo que no había que perder. Por eso amaba el periodismo que le permitía trasmitir ese entusiasmo, desbordando de generosidad en sus artículos, haciendo que otros pensaran. Desde diferentes medios lograba que alguien escuchara el mensaje. Adonde entregaba su pluma, en "La Nación", "El Litoral", "Vida Rural", etc. también se entregaba a sí mismo. Pero, en este peregrinaje de la palabra, su especial dedicación la tenía esta hija de Rafaela, "LA OPINION". Era parte de su gran familia, su visita obligada y su colaboración espontánea, su admiración puesta al servicio de la comunicación con la gente. Su creatividad fue desbordante y la canalización de su vínculo con lo más valioso de los seres humanos. El arte en todas sus manifestaciones lo conmovía y desde El Centro Ciudad de Rafaela, como cofundador, o desde el Círculo de la Prensa, como desde otras tantas instituciones o desde su propia casa. Fomentó el encuentro con artistas plásticos como Quinquela Martín o poetas de todas las poesías, todos tenían cabida en sus emociones. Tengo el orgullo de llevar su nombre y su bandera un poco más allá, como él quería, trasladando la posta. Sigue siendo un ejemplo, en un mundo en que no abundan. Es un modelo de fidelidad a la vida, en todas las circunstancias, hasta el último suspiro, que se desprendió para dejar en libertad su alma, hace años. Cerrando prolijamente el ciclo, se heló la nieve en su cuerpo, en el mismo lugar adonde naciera el soñador que un día hizo nacer de su impulso a su amada Rafaela.

 

Publicada el 01/10/2019

   
         
         
         
 

 

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