Al presentar el texto de la primera edición de El delito culposo decía que me había visto obligado a revisar los conceptos que expuse en trabajos previos, y agregaba que el paso del tiempo obligaría a seguir actualizándolos. Así ocurrió y lo que ahora se ofrece al lector es una modernización de la obra, con cambios de diverso orden; los más significativos en la adopción de una distinta Teoría del Delito y, más precisamente, en el desarrollo del tipo.
Justificando de manera breve la razón de algunos enfoques nuevos, diré que el método que aquí utilizo permite penetrar con mayor profundidad -guardando la necesaria coherencia- en aspectos que son fundamentales para desentrañar la naturaleza del hecho culposo punible.
Por estos cambios y aplicaciones, ésta es en muchos aspectos una obra distinta a la anterior, si bien he utilizado como punto de partida material de la primera edición y agregado también opiniones que he expuesto en diversas conferencias y monografías.
En aquella Introducción anunciaba que la obra tenía características predominantemente dogmáticas, dejando de lado consideraciones sociológicas o de política criminal a las que no se refería sino en la medida estrictamente necesaria. ahora la nota principal sigue siendo la misma, pero agrego temas antes omitidos, así como incluyo el desarrollo de casos.
Por lo demás, sigue teniendo actualidad señalar que, aunque el origen de las nociones referidas a la culpa es remoto, el tema requiere una permanente reelaboración, máxime tratándose de una materia esencialmente valorativa que como tal sigue el ritmo de las tendencias generales que los distintos momentos históricos tienen sobre la responsabilidad. Ésta se hace más o menos rigurosa pero en los tiempos que corren, en la mayoría de los países, es notoria la propensión a extender las exigencias y a hacerlas cada día más severas, obedeciendo a necesidades de control social. Sin embargo, cuando se trata de aplicar penas, el análisis debe ser estricto y no puede estar influido por argumentos defensistas. Se impone, pues, seguir revisando los límites del poder represivo del Estado en materia de hechos culposos, teniendo como principio básico el nullum poena sine culpa.
Desde que comenzó a indagarse la naturaleza del delito y a descomponérselo en elementos, como manera de facilitar su estudio y la consecuente aplicación de la ley, la mira estuvo centrada en los hechos culposos. La culpa, no obstante las dificultades técnicas que presenta (Binding dijo que el problema del dolo es sencillo comparado con el de la culpa), quedó relegada a cumplir un papel a cumplir un papel secundario, sin conectarse más que de una forma imperfecta con los demás elementos del delito. Aun así esto significó un avance, pues con anterioridad había una desvinculación total, producto de la resistencia a considerar como verdaderos delitos a los hechos culposos. Es claro que fueron llamados cuasidelitos (denominación que llegó casi hasta nuestros días en diversos códigos penales latinoamericanos) y su represión como infracción punible se remonta a los primeros tramos de la época histórica. Pero es un hecho bastante reciente que los tratados de Derecho Penal contengan capítulos especiales referidos a esta problemática, respondiendo así a la necesidad metódica de insertar los hechos culposos dentro de las consideraciones generales. Estos estudios ponen a prueba la coherencia de las construcciones doctrinarias, pues una Teoría del delito que no se adecue tanto a los hechos dolosos como a los culposos deja de ser tal, demostrando intrínseca fragilidad.
En el texto revisado y ampliado que ahora presento, aparecen citados tratados y monografías, sin pretender que esto represente un panorama completo de la extensa doctrina existente sobre los diversos temas. he procurado restringir las referencias en la medida de lo posible, de manera que no resulte afectada la fluidez en la exposición de mis propios conceptos.
Por último, sigo sosteniendo que mucho se ha escrito sobre el delito culposo; que los resultados alcanzados hasta ahora no satisfagan a todos ni sean perfectos, es entendible, como fenómeno propio de toda ciencia en permanente avance. lo importante es el movimiento, la discusión, la reflexión, las ideas que se confrontan para que permanezcan las más lúcidas, aquellas que concretan de manera acabada el deal de justicia.

M. A. T.