Borges y el amor

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  Borges y el amor    
   

Por Gervasio Caviglione Fraga

“Los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres” (JLB; 1941 “Tlon, Uqbar, Orbis Tertius”)

                        

Amar es enriquecerse. Al ver  tus acciones entiendo tus ideas. Al comprender tus pasiones, me encuentro con tu esencia JLB

                                                               12 de octubre de 2015.

Edwin Williamson - uno de los biógrafos más reconocidos de Jorge Luis Borges - señala como un hecho bisagra en su vida la primera experiencia sexual vivida en Ginebra cuando el famoso escritor era un adolescente, que aparentemente fue un verdadero fiasco que lo marcó durante toda su vida.

El amor y Borges no se llevaron siempre bien.

Se le conocieron y atribuyeron muchas relaciones amorosas, todas con mujeres finas y cultas (Norah Lange, Cecilia Ingenieros, Concepción Guerrero, Estela Canto, Elsa Astete Millán) hasta la aparición de su última mujer, María Kodama, con quien - aseguró Mario Vargas Llosa,  a diferencia de otros biógrafos de Borges, como Alejandro Vaccaro que no atribuían una relación amorosa entre ambos sino un vínculo de profunda amistad - vivió en sus últimos años un entusiasmo febril y con la que se permitió “los disfuerzos y gracejerías de un muchachito al que la chica del barrio le ha dado el sí….” y con la que el rico mundo inventado por los grandes maestros de la palabra se ha llenado para él, en el umbral de la muerte, de animación, ternura, buen humor y hasta pasión (MVLL El viaje en Globo de Borges y Kodama).

Así surge de sus últimos textos como Atlas; “María Kodama y yo hemos errado por el globo de la tierra y del agua, hemos llegado a Texas y al Japón, a Ginebra, a Tebas, y ahora, para juntar los textos que fueron esenciales para nosotros, recorremos las galerías y los palacios de la memoria como San Agustín escribió” (JLB Biblioteca personal, 1988). En los “Los Conjurados”, Borges le escribe “De usted es este libro María Kodama; será preciso que le diga que esta inscripción comprende los crepúsculos, los ciervos de Nara, la noche que está sola y las populosas mañanas, las islas compartidas, los mares, los desiertos y los jardines, lo que pierde el olvido y lo que la memoria transforma, la alta voz del muecín, la muerte de Hawkwood, los libros y las láminas?”.

Kodama cuenta que conoce a Borges de niña, a sus 5 años, cuando una profesora que le enseñaba inglés le leyó un poema de él en la que el autor le ofrece a la mujer que él quiere y que lo ha abandonado “mi derrota, mi fracaso, el hambre de mi corazón”.

Pocos años antes de conocer a Kodama, un Borges ya maduro se casa con Elsa Astete Millán, de quien se separa luego de tres años “Me casé por un error. Yo había querido mucho a una mujer y luego me encontré con ella al cabo de muchísimos años y yo pensé que encontrarme con ella era encontrarme con esa época y realmente no, yo estaba en ésta época y los dos confundimos estar en aquélla época. Yo creo que ese fue el error” (Borges al cumplir 75 años “Borges 75”).                       Otra de sus biógrafas más reconocidas y mentadas, María Esther Vázquez (quien también fue su Secretaria y amiga durante muchos años y de quien también Borges estuvo enamorado) recuerda que tenía un estilo decimónico para la conquista de las mujeres y que una de las herramientas para seducirlas era escribir un libro y publicarlo en coautoría “Yo no sabía nada de compadritos; el libro lo escribió Borges” (frase que Vázquez le atribuye a la consagrada escritora argentina Silvina Bullrich quien escribió una selección de textos llamada El compadrito en coautoría con Jorge Luis Borges en el año 1945)

Pareciera ser que durante su vida, todo lo referente al amor con una mujer, era algo inasible, remoto, confuso, ciertamente inalcanzable; algo de lo que había sido privado. “Dime por favor en que rincón, nadie podrá ver mi tristeza, dime cuál es el hueco de mi almohada que no tiene apoyada tu cabeza” (“Dime”; JLB)

Su amigo Bioy Casares lo explicaba mejor que nadie. Borges - a diferencia de él que era un hombre muy versado en el trato con las mujeres - se enamoraba demasiado, se entregaba por completo y por eso según Bioy, fracasaba.

Aunque esos fracasos fueron también alimento de su obra genial “Yo había sido rechazado por una mujer, entonces fui a caminar para olvidarme de eso, y sentí una experiencia mística y emocional y al final decía “te hemos dado el alimento de los héroes el fracaso, la desdicha, la amargura, la humillación; sin embargo no has escrito el poema”. (Borges 75).

Quizás vivió y entendió mejor sus amistades que sus relaciones porque como el mismo decía, mientras la amistad no necesita frecuencia, el amor sí; el amor está lleno de ansiedades, de dudas ("un día de ausencia puede ser terrible"). Mientras que en la amistad se "puede prescindir de las confidencias" en el amor eso se siente como una traición (JLB 23/4/1980 en entrevista con Soler Serrano).

Ya en el año 1984 en una de sus últimas entrevistas, al ser preguntado por si alguna vez había estado enamorado da un mensaje de optimismo y esperanza “Yo le pregunté a mi hermana, cuál fue el primer amor de ella y ella me dijo; yo no recuerdo una época de mi vida en la que no estuviera enamorada. Y es verdad, uno siempre está enamorado, las personas cambian aunque el amor es el mismo”.

 

EL AMENAZADO

Es el amor. Tendré que cultarme o que huir. 
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. 
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. 
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, 
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, 
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, 
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño? 
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. 
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se 
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz. 
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. 
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles. 
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. 
Ya los ejércitos me cercan, las hordas. 
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.) 
El nombre de una mujer me delata. 
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

   
 

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